“Los hombres vienen y se
van.
Yo he venido y me iré cuando llegue el momento” Nelson Mandela
Yo he venido y me iré cuando llegue el momento” Nelson Mandela
Desde el pasado mes de agosto venía escribiendo un resumen del
libro “El
legado de Mandela” (Madrid: Planeta. 2010), escrito por Richard Stengel, su principal
biógrafo y hoy día su amigo personal. Stengel acompañó durante tres años continuos
a Nelson Mandela, mientras colaboraba con él en la escritura de su autobiografía. Comió
con él, lo vio hacer campaña, lo oyó pensar en voz alta, lo escuchó hablándole
a sus amigos y familiares, lo “conoció”.
Stengel llegó a conocer sus virtudes y defectos, sus fortalezas y debilidades, y
recogió toda esa sabiduría (por él aprehendida y aprendida) en 15 lecciones
esenciales de vida, de amor y de valor,
expuestas en el mencionado libro.
La intención (original) de este resumen era compartirlo con mis
hijos, con mis alumnos de la universidad, pero hoy creo que todos debemos conocer
estas enseñanzas. Este breve resumen no es para ahorrarles la lectura del
libro; todo lo contrario, es para motivarlos a que lo lean completo. Allí verán
–como no podrán verlo acá, porque esto es sólo un resumen– las aplicaciones prácticas
de cada una de las enseñanzas y cuáles acciones de Mandela originaron la
respectiva enseñanza. Es un libro que, al decir de su editor, “capta el espíritu de un hombre
extraordinario y nos anima a mirar en nuestro interior, a reconsiderar las
cosas que damos por sentadas y a meditar sobre el legado que dejamos atrás”.
Espero que estas lecciones de Mandela sean para ustedes un
ejemplo, tanto como lo han sido para mí
en mi vida personal, laboral y profesional.
“No me puedo imaginar mi
propia vida
sin el ejemplo de Nelson Mandela” Barack Obama. 5/12/2013
sin el ejemplo de Nelson Mandela” Barack Obama. 5/12/2013
1. Ten
un principio esencial.
Todo lo demás son estrategias.
Todo lo demás son estrategias.
Según Stengel, Mandela fue un hombre de principios, y concretamente de sólo uno: Igualdad de derechos para todos. Casi
todo lo demás era estrategia. Para Mandela –escribe Stengel– un líder
transformador no habla de encuestas, votos o tácticas, sino de principios e
ideas. Pero no todos los principios son iguales. Tienes que sopesar las
ventajas relativas. Se debe ser realista, no abstracto. Examinar todos los
principios a la luz de las circunstancias. Cuando las circunstancias cambian,
tienes que cambiar la estrategia y la mentalidad. Eso no es indecisión, es pragmatismo.
(Eso sí), tomar decisiones difíciles no supone que violarás
principios fundamentales. Debes reflejar tu meta en la forma en que la buscas.
Un objetivo noble se persigue con medios prácticos, sí; pero innobles o corruptos.
2. Siempre son ambas cosas.
Para Mandela –cuenta Stengel– la coherencia por sí misma es una
falsa virtud, y la falta de coherencia no es necesariamente un defecto. Sólo los principios son innegociables. Casi
todo lo demás es cuestión de matices. Los matices no son fáciles de
expresar. El blanco y el negro resulta tentador porque es simple y absoluto. Pero
nada es tan sencillo como «Sí» o «No». Según Mandela, la razón que se esconde
tras cualquier acción raras veces es clara. Todas las explicaciones podrían ser
verdad y todos los problemas tienen muchas causas, no sólo una.
Por eso –decía Mandela– es
bueno siempre ver los dos lados (o todos los lados) de todo. Se trata de
tener una visión no-ideológica del mundo y una comprensión de la intrincada
telaraña de las motivaciones humanas. Aunque el blanco y el negro resulten
tentadores, si adquieres el hábito de considerar los varios lados de una
cuestión, de tener presente lo bueno y lo malo, verás soluciones que de otra
manera no se te habrían ocurrido.
Claro –admitía Mandela– no siempre es posible contentar a todo
el mundo. A veces se dan situaciones en que eres capaz de ver ambos lados, pero
no queda más remedio que adherirse a uno de ellos.
3. Liderar desde atrás.
«No es saludable que la gente te piense como
mesías. Se decepcionarán.
Los líderes son de carne y hueso, son humanos»
Los líderes son de carne y hueso, son humanos»
Stengel dice haber aprendido de Mandela que el líder debe creer
en las virtudes del equipo. Si quieres
que la gente dé lo mejor de sí misma, debes hacer que participen del éxito y
hacerles ver que influyen en tus decisiones. El líder debe unirse a quienes
cree más inteligentes y agudos que él. Aprender de los expertos y no dudar en
pedirles que le expliquen. Delegar en ellos y convertirlos en tus aliados.
El liderazgo –según Mandela– consiste en dirigir a la gente en
una determinada dirección, normalmente cambiando su manera de pensar y sus
acciones. Y la forma de hacerlo no es, necesariamente, poniéndose delante y
decirles “sígueme”, sino delegando en otros o empujándolos para que vayan
delante de ti (así como guía el arriero a su ganado).
El líder no se coloca siempre al frente, sino que escucha y
consigue el consenso. No expresa su opinión y pide que lo sigan. Escucha,
recapitula y luego busca moldear la opinión y guiar a la gente hacia una acción
determinada. La forma más segura de reducir la tensión de un debate es oír
pacientemente los puntos de vista contrarios.
Liderar desde atrás consiste en alcanzar el resultado que
quieres de una manera armoniosa. Es bueno para los demás y para ti. “Lo acertado es convencer a la gente de que
haga algo, induciéndoles a creer que es idea suya”.
4. Liderar desde el frente.
Pero los líderes no sólo deben liderar, es necesario que se les vea liderar. Y algunas veces es
necesario que un líder tome decisiones de manera independiente, sin consultar,
y que luego informe (como lo hizo Mandela cuando decidió negociar secretamente
con el gobierno, sin saberlo los demás líderes de su partido). El líder debe
tomar la decisión y enfrentar a los demás con ella, y lo único que estos deben
considerar es si el líder lo hizo (o no) en interés del movimiento. Liderar significa asumir la responsabilidad.
Si tomas una decisión, cargas con las consecuencias.
A veces hay que desbloquear la situación. Lo ideal es buscar el
consenso, pero si no puedes conseguirlo, debes tomar la iniciativa. Ponerse al
frente puede significar, incluso, admitir que estabas equivocado, aun cuando
nadie te acuse de estar equivocado. Si tardas en ver la luz, no tardes en
corregir el error.
5. Renunciar (o rectificar) también es
liderar.
«Elegí bien el rumbo, pero tomé mal muchas
curvas del camino»
Para Mandela –escribe Stengel– no merece la pena pelearse por
todos los asuntos, y a veces es mejor darlos por zanjados. Hay situaciones en
las cuales lo mejor es ahorrar los recursos. Sé firme en tus decisiones, pero
no testarudo. Puede ser necesario cambiar
de opinión, sobretodo cuando te enfrentas al hecho de que no cambiar de opinión
puede conllevar consecuencias negativas.
Es necesario cambiar de parecer cuando cambian las
circunstancias, es una cuestión de sentido común. Cuando algo es inevitable,
debes modificar tu punto de vista, pero no atropelladamente. Examina bien las
consecuencias del cambio y después actúa. No se debe posponer lo inevitable,
aunque al final la solución no sea la que querías al inicio.
Y más aún. Cuando rectifiques o des marchas atrás, pásate al
otro lado y abraza tu nueva postura con el celo de un converso. Ceder puede ser una clase de victoria.
Rendirse (cuando lo amerita) significa pasarse al lado ganador. Entonces tú
también podrás cantar victoria.
6. Sé prudente. La confianza es la base del
liderazgo.
No pierdas la calma en situaciones tensas. Si pierdes el
control, pierdes la situación. La gente espera verte calmado, sopesar los
factores y una respuesta comedida. La gente quiere que se le expliquen las
cosas de manera clara y racional. Fórmate una idea lo más completa posible
antes de lanzarte a la acción.
7. Es un juego largo. Aprende a posponer la
compensación.
«La historia no se hace la noche a la mañana
y nadie la tuerce con sus propias manos»
Ser prudente no significa que no puedas ser radical o audaz. Lo
importante no es la velocidad de la decisión que tomas, sino la dirección de la
misma. No es necesario ni deseable reaccionar de inmediato. Un apresurado error
a corto plazo puede tener consecuencias a largo plazo.
Stengel aprendió de Mandela que la prisa conduce al error y a
los juicios equivocados. No permitas que una falsa impresión de urgencia te
obligue a tomar decisiones antes de lo debido. Es mejor ser lento y ponderado que ser rápido sólo para parecer
decidido.
«A la larga» es la mejor forma de pensar –decía Mandela– la distancia con la que la mente trabaja mejor.
Los milagros, si es que existen, son obra de los hombres. A los que dicen que
todo ocurre por una razón –escribe Stengel– Mandela respondería que nosotros somos la razón y que nosotros
somos los que hacemos que las cosas sucedan. No existe ningún destino que
determine nuestro final; somos nosotros quienes lo determinamos. Sólo el
trabajo duro y la disciplina te ayuda a encauzar las cosas en la dirección
deseada. Y todas las metas, las de corto plazo y las de largo plazo, deben
apuntar en la misma dirección.
Los líderes deben
ser juzgados en su totalidad por el conjunto de su vida, por su vida entera y
por lo que hicieron a lo largo de ella, no por cómo reaccionen en una situación
determinada. Sólo al final de la vida
puede saberse si un hombre ha sido feliz. Por eso debes ser prudente y
cauteloso. Todo puede cambiar en el último capítulo y hay que mantener la
trayectoria trazada para prevenir que ocurra alguna adversidad.
8. Piensa bien de los demás.
“Yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por
sus perseguidores.” Mt 5, 44
Para Mandela, casi todo el mundo es bueno mientras no se
demuestre lo contrario. Él presumía que actuaban contigo de buena fe. Si pensamos bien de la gente, aumentan las
probabilidades de que muestre lo mejor de sí misma. Si esperas lo mejor de la
gente, con frecuencia aportan más. O al menos se sienten culpables si no lo
hacen.
Sí, decía Mandela, puedes mirar el lado oscuro de la gente, pero
no veas sólo eso. No hay nadie totalmente bueno o totalmente malo.
Busca lo positivo y lo constructivo de cada cual. Elige pasar por alto lo
negativo. Tal vez te pillen desprevenido, pero debes correr ese riesgo. Nadie
es tan noble como las mejores cosas que haya hecho, ni tan cuestionable como
las peores. Nadie es tan bueno como lo mejor que haya hecho, ni tan malo como
lo peor. Lo bueno debe pesar sobre lo malo, y al final eso es lo que debe
contar. Cada persona es la suma de todo
lo que ha hecho.
Todos somos mejores
de lo que refleja nuestro comportamiento.
Nuestros motivos no son tan inhumanos como nuestros actos. Nadie nace o es
intrínsecamente “malo”. La maldad es algo que las circunstancias, el entorno o
la educación enseña. Lo peor que se puede decir de alguien es que actúa por su
propio interés. No tiene sentido tomárselo de manera personal (sobre esto,
cuenta Stengel que Mandela consideraba a sus carceleros tan víctimas del sistema como
responsables del mismo. Los consideraba hombres simples, incultos, educados
desde la infancia para un sistema injusto y racista. Era difícil que no lo maltrataran y actuaran de otra forma).
9. Conoce a tu enemigo.
“La lucha por la liberación no consiste tanto
en liberar a los
negros de la esclavitud como en liberar a los blancos del miedo.”
negros de la esclavitud como en liberar a los blancos del miedo.”
Cuando conoces a tu enemigo [y erez capaz de comprenderlo] le
llegas al corazón. “No hay que dirigirse
[sólo] al cerebro de la gente, sino al corazón”. La victoria definitiva
llega sólo cuando te ganas los corazones de la gente, y no sólo sus cerebros.
Y cuando te ganes el corazón de tus enemigos, nunca te burles o
muestres placer por ello. Es en el
momento de tu mayor triunfo cuando más comprensión debes mostrar. No los
humilles, jamás. Deja que salven la cara. Sólo entonces tu enemigo se
convertirá en tu amigo.
10. Ten cerca a tus rivales.
No sobrevalores la lealtad. Espérala, pero considera que la lealtad es sólo circunstancial. La lealtad absoluta no existe. La
lealtad es una cuestión de interés propio; haz que tus rivales sean leales por
interés.
No confundas deslealtad con inmadurez o impulsividad. No son lo
mismo, pero se solapan, porque es probable que una persona impulsiva se vuelva
desleal, que cometa un error de juicio. No hay forma de corregirlo.
Sencillamente: Toma precauciones.
No hay método infalible para prevenir los ataques de los
rivales. Pero si lo acoges bajo tu protección, al menos haces que se lo piense
dos veces. O por lo menos lo tienes cerca para verlo venir.
11. El
coraje no es la ausencia de miedo.
Es aprender a superarlo.
Es aprender a superarlo.
Su más famosa enseñanza. El
coraje consiste en fingir que soy valiente. No dejar que el miedo te pueda.
Uno tiene que dar la cara con entereza. Sólo así se descubre el coraje. Coraje es permanecer firme en circunstancias
difíciles. Resistir al miedo y angustia.
12. Meterse
en el papel.
Las apariencias constituyen la realidad.
Las apariencias constituyen la realidad.
«Las heridas que no se ven son muy dolorosas,
mucho más que las que puedan verse»
mucho más que las que puedan verse»
La mejor forma de ayudar a otros a ver tu personalidad es por la
apariencia. La apariencia importa y tenemos sólo una oportunidad para causar
una primera impresión. Si quieres meterte
en el papel, tienes que llevar el vestuario adecuado. La gente sigue el
ejemplo del líder, y si el líder se muestra seguro y entero, los demás también
lo serán.
Las imágenes poseen el tremendo poder de determinar cómo se nos
percibe. Las imágenes perduran y su poder de ayudarte o dañarte es indeleble. Así
como simular valentía puede transformarse en verdadero coraje, vestirnos como la persona que queremos ser
podría ayudarnos a ser esa persona.
Mandela en su fuero interno estaba profundamente dolido con lo
que padeció, pero decidió sonreír. Comprendió que al expresar
su ira disminuiría su poder (de persuasión), y al ocultarla lo aumentaría.
Decidió quién quería ser y creó la apariencia –y luego la realidad– de esa
persona. Mandela se convirtió en quién él
quería y eligió ser.
13. Saber cuando decir «No».
El liderazgo –aprendió Stengel– a menudo significa elegir entre
dos malas opciones y que los hombres buenos tienen que tomar decisiones con
malas consecuencias.
No decir «No» ahora supone que luego será aún más difícil.
Nuestra capacidad para influir en las cosas es limitada. Algunas veces las
situaciones se resuelven solas. Algunas decisiones pueden beneficiarse con el
aplazamiento; si decides que así es, no te preocupes. Pero si pospones o evitas
decir «No» porque te resulta desagradable, mejor hazlo ahora y claramente. Te
ahorrarás muchos problemas.
No digas «No» con lástima o con excusas falsas. Ofrecer una
excusa sirve sólo para proporcionar a la otra persona un motivo de discusión, y
la experiencia enseña que la gente lleva mejor un «No» firme que uno ambiguo.
No digas «No» (o no seas categórico) cuando no tengas que
hacerlo. Si algo no es una pregunta directa y no es necesario que la contestes,
procura no hacerlo.
14. Busca tu propio huerto.
En un mundo donde no lo puedes controlar todo, que desafía y
castiga, que es hostil a tus valores y sueños, busca “tu huerto”, un lugar de
belleza, regularidad y renovación, un respiro de la confusión. No un lugar de
retiro, sino un lugar de renovación. Un lugar aparte.
15. El amor es decisivo.
Jesús enseñó a los cristianos (y esto es un comentario final mío):
“Ustedes han oído que se dijo: ‘Amarás a tu
prójimo y no harás amistad con tu enemigo’. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus
perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos.
Porque él hace brillar su sol sobre
malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores. Si ustedes aman
solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene?” Mt 5, 43-46.
Tal vez Mandela nunca leyó esto, pero lo practicó fielmente.
Bienaventurados los
de corazón limpio, porque verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.
Bienaventurados los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Mt 5, 8-10
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.
Bienaventurados los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Mt 5, 8-10
“Los hombres justos viven para
siempre, y su recompensa está junto al Señor,
cuidan de ellos en casa del Altísimo” Sab 5, 15
cuidan de ellos en casa del Altísimo” Sab 5, 15