lunes, 11 de abril de 2011

Educación en el Siglo XXI [Parte I]

Si tu objetivo es progresar un año, siembra trigo.
Si tu objetivo es progresar diez años, siembra árboles.
Si tu objetivo es progresar cien años, educa a tus hijos
Confucio
El pasado 26 de marzo fue publicada en la Gaceta Oficial la Resolución N° 017621, que contiene el nuevo Plan Integral de Educación Militar de la Fuerza Armada Nacional. Aunque dicho Plan va dirigido, en apariencia, solamente a la Modalidad Educativa Militar, a la postre se prescribe –y he aquí la primera “joya”– que la Educación para la Defensa Integral de la Nación es el eje integrador del Sistema Educativo Nacional… ¡De todo el sistema educativo! Y no sólo de la educación militar. Y explícitamente le encomienda su “implementación” a la “Milicia Bolivariana, a cuyo efecto, “la Milicia Bolivariana elaborará los programas y planes educativos, basados en los principios y fundamentos para la defensa integral, conforme a las políticas emitidas por el sector defensa y el Nuevo Pensamiento Militar Venezolano”.
Dicho Plan Integral de Educación Militar afirma inspirarse en el famoso árbol de las tres raíces: Presenta a Ezequiel Zamora –un militar del Siglo Diecinueve, devoto del fanatismo y del odio a la oligarquía– como “la base ideopolítica del socialismo del siglo XXI”; e invoca “las bases ideológicas del Libertador Simón Bolívar y el ideario del maestro Simón Rodríguez, único civil de la tríada. Indudablemente, las ideas de Bolívar y Rodríguez, otros dos hombres del Siglo Dicienueve, no tienen conexión alguna con la ética y el modelo productivo socialista, aún menos con la aspiración de ser potencia energética mundial [cuando ni petróleo habíamos descubierto], y muchísimo menos con los retos y desafíos que plantea la Sociedad del Conocimiento del Siglo Veintiuno. Pero, a pesar de ello, son estos los fundamentos invocados para elaborar nada menos que el “eje integrador del Sistema Educativo Nacional
La publicación de esta resolución coincide con mi lectura de un libro indispensable: ¡Basta de historias! [1], la más reciente publicación del conocido periodista argentino Andrés Oppenheimer, quien propone la hipótesis de que los países latinoamericanos estamos obsesionados con el pasado y demasiado inmersos en una constante revisión de nuestra historia, lo que al decir del autor, nos distrae de lo que “debería ser” la principal prioridad en Latinoamérica, y lo es en auténticas potencias emergentes como la China comunista o la India socialista: mejorar los sistemas educativos. Esta obsesión nos distrae –añade el autor– en la tarea de prepararnos para el futuro y para competir en la sociedad del conocimiento del Siglo Veintiuno; y sobretodo –agregaría yo– nos distrae en la titánica tarea de educar y sacar de la pobreza a millones de personas, como lo han hecho exitosamente en países como los mencionados.
Oppenheimer propone igualmente como hipótesis que, contrariamente al discurso de la mayoría de políticos latinoamericanos, de izquierda y de derecha, en la sociedad del conocimiento del Siglo Veintiuno, los países que más se están desarrollando y sacando de la pobreza a sus ciudadanos, no son aquellos que poseen más petróleo u otros recursos naturales, sino aquellos que han apostado a la educación y a la innovación, y por efecto de ello están produciendo más conocimiento y elementos de mayor valor agregado (tecnologías, software, patentes, etc.) que la simple extracción o manufactura de materias primas. No por casualidad países con pocos recursos naturales como Singapur, Hong Kong o Taiwan, figuran entre los países con mayor ingreso en el mundo, mientras que países ricos en recursos naturales como Venezuela, Nigeria, Ecuador y Bolivia, son países pobres, ¡y con muchos pobres!
Para buscar ideas y probar sus hipótesis, Oppenheimer viajó a países como Finlandia, Singapur, China, La India, Israel y otros de diversa orientación política, y comprobó, con datos estadísticos fundamentados, que las claves del desarrollo en las potencias emergentes han sido:
1.     Estimular la inversión económica extranjera para atraer tecnología internacional y talento humano al País [2];
2.     Insertar la enseñanza bilingüe en todo el sistema educativo, y no sólo como asignatura, sino como idioma de enseñanza [3];
3.     Internacionalizar la educación en todos los niveles, incluso en la primaria y secundaria. Para ello, se estimula que los mejores estudiantes del País hagan sus licenciaturas y maestrías en universidades de países desarrollados [4]; se permite, e incluso se estimula, a que universidades de EEUU y Europa se instalen en el País y ayuden a modernizar la educación universitaria [5]; el Estado procura y financia los intercambios académicos entre estudiantes del País con instituciones extranjeras, sobretodo en los niveles de primaria y secundaria; se crean universidades tecnológicas asociadas con las instituciones más prestigiosas del extranjero, lo que ha permitido a La India socialista crear una élite profesional de ingenieros y técnica altamente capacitada y competitiva a nivel global, que es hoy día la principal palanca de desarrollo en ese país; entre otras;
4.     Implementar sistemas educativos basados en la competencia y en la meritocracia, que canalizan adecuadamente a los estudiantes según sus aptitudes y vocaciones, entre universidades e instituciones politécnicas y vocacionales de alta calidad, y facilitan la prosecución de estudiantes de bajos recursos mediante becas y/o créditos educativos que auxilian sólo a quien realmente lo necesita;
5.     Promover una “cultura familiar de la educación: las familias chinas, indias y otras asiáticas, realizan una enérgica inversión de tiempo y dinero de en la educación de los niños y adolescentes, y hacen de la educación una inversión prioritaria en el presupuesto familiar;
6.     Aplicar políticas “graduales” y no revolucionarias o de shock: Que en La India, si bien ha ralentizado la obtención de resultados, ha servido para dotar a las reformas educativas de amplio consenso social y político y de estabilidad en el tiempo y entre diferentes gobiernos, con resultados más lentos, pero más contundentes y perdurables.
7.     Entre otras como la modernización de los planes de estudio; promoción de métodos educativos que estimulen la creatividad y no la memorización; el quiebre de la rígida separación entre facultades o escuelas para desarrollar los estudios interdisciplinarios; y sobretodo, una mayor rendición de cuentas a la sociedad, sobre la calidad de la educación impartida en las universidades, que en este aspecto, y al decir de Oppenheimer, son “las vacas sagradas de América Latina”.
En contraste con las políticas educativas descritas por Oppenheimer, que sólo en La India han permitido el ascenso social de más de 100 millones de antiguos pobres, en Venezuela poco se ha hecho para insertarse en la sociedad del conocimiento del Siglo Veintiuno.
[Continuará]…
[1]     ¡Basta de historias!: La obsesión latinoamericana con el pasado, y las doce claves del futuro. Andrés Oppenheimer. 2010. 1ª edición. México DF: Debate.
[2]     Líder en esta política ha sido nada menos que la China “comunista”.
[3]     En Singapur se llegó incluso a prohibir el doblaje de las comiquitas para que los niños se familiaricen desde pequeños con el idioma inglés. Y en La India, un país de castas y de múltiples idiomas, 100 millones de alumnos reciben enseñanza en inglés desde el primer grado de primaria.
[4]     Líderes en esta política han sido la China “comunista” y la India “socialista”, que no han visto esto como una “fuga de cerebros” sino como una “circulación de cerebros”, por cuanto los talentos así formados suelen regresar al país de origen y aportar a su desarrollo.
[5]     Hoy día, hay en la China “comunista” más de 170 universidades extranjeras habilitadas para otorgar válidamente títulos, incluyendo el célebre MIT de EEUU, y una cantidad aún mayor que dan títulos mediante programas conjuntos con universidades e instituciones chinas.