domingo, 17 de agosto de 2014

Lo que pocos te dicen sobre por qué emigran…

Juan Carlos se topó con un artículo de su amiga Daniela, Lo que pocos te dicen sobre emigrar. Como Juan Carlos ahora vive fuera de Venezuela, el artículo llamó su atención. Daniela plantea allí algunas cosas por las que –a su juicio– deben pasar las personas que desean vivir en otro país, que muy pocos dicen y que quizás usted (el lector al que ella se dirige) desconoce.
Como Juan Carlos ahora vive fuera de Venezuela, se preguntó por qué a pesar de lo que ella plantea, él y demasiados venezolanos más han emigrado recientemente y muchos otros más quieren hacerlo. Intenta comprender las razones del que emigra, que al final no es más que un intento de comprenderse a sí mismo. Juan Carlos cuenta sus respuestas:
Cuando emigra, “Usted siempre será extranjero, advierte Daniela. Y así se siente ahora Juan Carlos. Pero es que, aún sin emigrar (o irse de Venezuela), él y muchos venezolanos se sentían extranjeros en su propia tierra. Porque la Venezuela que él y su generación conocieron sí emigró, se fue a no sabe cuál parte, y lo que queda de aquella tierra les resulta extraña, ajena, no es “nuestro” país, es otro muy distinto, en el cual se sienten extranjeros.
Cuando emigra, “Usted formará parte de la minoría…”, prosigue Daniela. Y así se siente ahora Juan Carlos. Pero es que, aún sin emigrar (o irse de Venezuela), ya él y muchos venezolanos se sentían parte de una minoría en su propio país (para no decir que efectivamente lo eran o lo son). Muchos venezolanos tuvieron (o han tenido) que “adaptarse” para encajar en esa “nueva” mayoría que es hoy Venezuela, con la cual (aunque muchos no quieran reconocerlo públicamente) no se sienten identificados.
A Juan Carlos le consta personalmente que en su entorno muchos han tenido que emigrar porque fueron discriminados (como si fueran extranjeros), incluso por empresas privadas, y no consiguieron empleo o eran muy mal remunerados. Pero su entorno, ese que lee este artículo o el de Daniela, no es necesariamente la mayoría. Fuera de su entorno (o de la “burbuja” en la que Juan Carlos vivía), la Venezuela de verdad, la de la mayoría, siete de cada diez adolescentes abandonan el bachillerato, y tres de cada diez adolescentes son “niñas” embarazadas. Tal vez por eso, muchos de los que han emigrado (o quieren emigrar) ya se sentían (o se sienten) parte de una minoría.
Cuando emigra, “probablemente usted deberá trabajar el doble de lo que trabajaba en su país, previene Daniela. Y así lo siente ahora Juan Carlos. Pero es que, aún sin emigrar (o irse de Venezuela), ya él y muchos venezolanos sentían que, para conservar razonablemente la calidad de vida que han tenido, o para alcanzar una razonablemente parecida a la que alcanzaron sus padres, debían trabajar en Venezuela el doble de lo que ya trabajaban, y aún así sospechaban que no lo lograrían. Suponer que hoy día un venezolano típico puede, con su salario y nada más que con su salario, tener capacidad de ahorro o comprar un vehículo o una vivienda, es –en opinión de Juan Carlos– una suposición muy poco realista.
Cuando emigra, “usted deberá hacer grandes sacrificios que quizás antes no hacía, sigue advirtiendo Daniela, con razón y con algunos ejemplos. Y así se siente ahora Juan Carlos. Pero es que, aún sin emigrar (o irse de Venezuela), ya muchos venezolanos sentían que debían hacer sacrificios que antes no hacían. Muchos venezolanos acostumbrados a comer en algún restaurante el fin de semana, o a salir los viernes en la noche, o a ir a la playa en fin de semana, o a realizar alguna vacación en el exterior, sienten que ya no pueden hacerlo (y si lo hacen, es con riesgo) por temor a la creciente inseguridad pública, al deterioro generalizado de los servicios (incluso privados) o, sencillamente, porque no podían, no pueden o no podrán pagarlo.
Cuando emigra, usted “debe adaptarse a la nueva cultura”. Es la “regla de oro” del emigrante, dice Juan Carlos. No pretenda el emigrante que el país se le adapte; es él quien debe adaptarse al país que lo recibe. Pero es que, aún sin emigrar (o irse de Venezuela), y precisamente porque ya muchos venezolanos se sienten extranjeros en su propia tierra, Juan Carlos y muchos venezolanos tuvimos (o hemos tenido) que “adaptarnos” a esas “nuevas realidades” que hay hoy en Venezuela. Con la agravante de que en este caso, la adaptación puede no ser una virtud y mucho menos una regla de oro. Como muy bien lo escribió Unai Amenábar en octubre del año pasado, a quien recomienda leer, “De tanto adaptarnos hemos terminado por ser una especie de bagazo de sociedad… En muchos casos la adaptación puede producir evolución. Queda claro que en otros la firmeza en defender posiciones al menos evita la involución. El que se adapta demasiado termina siendo aplastado.”
Cuando emigra, usted “debe contar con un capital monetario importante”. Sí, sería lo ideal, dice Juan Carlos. Pero no es indispensable. Muchos europeos emigraron a Venezuela con sólo una bolsita y su sueño no se convirtió en una pesadilla. Pero sí, sería mejor hacerlo con capital para no “empezar desde cero”.
Si usted logra sobrepasar todas las circunstancias anteriores, lo más probable es que el fruto de su esfuerzo lo vean con más esplendor sus futuras generaciones. Podrían ser sus hijos o nietos que al haber nacido o haberse criado en ese otro país puedan tener las puertas más abiertas a oportunidades nuevas que quizás usted no tuvo.”. Así es. Y así se siente ahora Juan Carlos. Precisamente por eso es que muchos extranjeros emigraron a Venezuela en el siglo pasado. Y por eso es que muchos venezolanos como Juan Carlos emigran ahora. Para que sus hijos y nietos cosechen el fruto del esfuerzo y tengan las oportunidades que –en criterio de quienes emigran– ya no ofrece Venezuela.
Y además emigran porque ya muchos venezolanos sienten que cualquier esfuerzo de regeneración en Venezuela, suponiendo que se comience ahora, no verá sus frutos en el corto plazo. Que sólo sus hijos (o tal vez sus nietos) verán (o volverán a ver) una Venezuela próspera, con oportunidades y con calidad de vida para todos aquellos que trabajan con tesón y sin “enchufes” y sin “rentas” que le capturan a un petroestado.
No cuento lo de Juan Carlos para justificar la emigración; total, él intenta sólo comprenderla. Y al final, tiene razón Daniela. Si usted está pensando en emigrar, “ponga todos los elementos en su balanza”, evalúe sus debilidades y amenazas, y decida si tiene las fortalezas y las oportunidades para hacerlo. Pero si decide quedarse en Venezuela, haga lo que Daniela acertadamente le recomienda. Y sobre todo, ¡no se adapte!