Licenciada Beatriz
Montañez.
Aunque soy español,
vivo (todavía) en Venezuela y soy profesor (o catedrático) de Derecho Constitucional
en este país. He visto con serenidad la bronca pública que
tuvo usted con Bertín Osborne a propósito del apoyo o respaldo que –supuestamente y según
afirma el señor Osborne– le ha dado el eurodiputado Pablo Iglesias al gobierno
de Venezuela, y que usted niega; y me he quedado con una sensación de sorpresa
y de confusión que tal vez usted pueda aclararme.
I
Digo primero sorpresa
porque Pablo Iglesias es, que se sepa, cofundador del Centro de Estudios
Políticos y Sociales (CEPS), una organización política no partidaria que, al decir de
su página web, apuesta por “la
transformación del actual modelo económico [capitalista] hacia otro [el
socialismo]”, y por “el poder
constituyente como capacidad democratizadora de avance histórico para las
mayorías sociales”.
Yo no juzgo que esté
bien o mal la presunta vinculación entre Pablo Iglesias y el gobierno
bolivariano de Venezuela, cada cual juzgará. Pero me sorprende que usted niegue
esos vínculos, cuando es bien sabido en Venezuela, y en especial por quienes
somos profesores (o catedráticos) de Derecho constitucional, que Pablo
Iglesias y otros catedráticos como Juan Carlos Monedero, Rubén Martínez Dalmau,
Roberto Viciano Pastor, entre otros, han sido consultores, asesores y formadores
del gobierno de Venezuela y de las fuerzas políticas que le son afines. No
tiene que creerme a mí, léalo usted misma en la página web del CEPS:
“Durante más de
una década, nuestra experiencia política ha estado concentrada en América
Latina proveyendo consultoría política, jurídica y económica a fuerzas y gobiernos progresistas en la región.
Hemos cooperado como
técnicos en el diseño de políticas públicas (procesos
constituyentes así como en materia legislativa, planes de desarrollo y
gestión pública) en Venezuela,
Ecuador, Bolivia, El Salvador y Paraguay.
Hemos organizado y
co-organizado programas de formación académica en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Cuba.
Hemos organizado y
co-organizado programas de formación de cuadros políticos en Venezuela, Bolivia, Ecuador y
Guatemala.
Hemos asesorado a
fuerzas políticas de izquierdas en procesos electorales en Venezuela, Bolivia, Ecuador, El
Salvador, Paraguay, Colombia y Perú.” [Subrayado y negrilla añadidos].
Además, en Venezuela
hemos visto a Pablo Iglesias y a otros catedráticos del CEPS, ser entrevistados
en la emisora gubernamental de televisión –alineada (y alienada) enteramente
con la corriente dominante en el partido socialista– y elogiar (sin matices ni
atenuantes) la gestión de ese gobierno bolivariano. Muchos de estos videos
están disponibles en la web.
Yo mismo he leído con
atención una de las publicaciones del CEPS: “Por una Asamblea Constituyente: Una solución
democrática a la crisis”. Incluso comparto algunas de las críticas que Iglesias y
otros han hecho al sistema político español, bastante parecidas –por cierto– a
las que muchos hicimos al “estado de
partidos” que imperaba en Venezuela antes de 1999, y que por no ser oídas,
condujeron al triunfo electoral de Hugo Chávez, con resultados bien conocidos
en este país por quienes vivimos aquí y los hemos padecido.
Por eso le insisto: No
juzgo que esta relación intelectual entre Iglesias, Monedero y otros
catedráticos del CEPS con el chavismo venezolano, sea buena o sea mala. Tampoco
digo que por razón de esos vínculos, Iglesias y los demás profesores (a uno de
los cuales conocí personalmente en Venezuela), apoyen absolutamente todo lo que
ha ocurrido en este país (por el contrario, me consta que este al que conocí, discrepa
parcialmente de lo ocurrido en Venezuela desde el 2000). Pero negar la relación
intelectual y afectiva entre Pablo Iglesias y el gobierno bolivariano de
Venezuela, como lo ha hecho usted, es –con todo respeto– una temeridad de su
parte.
II
Por otra parte, me confunde
la distinción que aparentemente usted propuso entre “el sistema democrático que hay en Venezuela” (presumiblemente
bueno, según Pablo Iglesias) y lo que hace el presidente de Venezuela con su
pueblo (que usted califica de “masacre”).
Concretamente, dice usted que,
“… cuando Pablo
Iglesias dice que alaba a la República Bolivariana se refiere al sistema
democrático que hay en Venezuela… Otra cosa es lo que el presidente venezolano
haga lo que hace con el pueblo, que yo estoy de acuerdo que es una masacre…
Otra cosa es que esa democracia se aplique o no, en Venezuela, y que el
presidente venezolano esté llevando a cabo una masacre… Una cosa es que el
sistema democrático exista y otra cosa es que se aplique… Ahí estoy.
Venezuela es un ejemplo como sistema democrático. No que lo que esté haciendo
su presidente sea lo correcto.”
Su distinción me
confunde porque, incluso sin entrar en los detalles, no alcanzo a comprender
cómo Pablo Iglesias o usted pueden considerar bueno o ejemplar el sistema
democrático que hay en Venezuela, si ese mismo sistema tolera (e incluso
justifica) que el presidente “masacre”
a su pueblo (que quede claro, eso lo ha dicho usted, no yo). ¿Puede ser democrático
un sistema que le asegura impunidad a un jefe de estado y de gobierno que
–según usted– masacra a su pueblo? ¿No será más democrático un sistema (como el
español) que usted acusa de no-democrático pero que con todos sus defectos (que
los tiene), permite imputar penalmente a la hija del jefe de estado y a
funcionarios relevantes que militan en el partido de gobierno? ¿Cómo es democrático
un sistema sólo en la teoría, pero que no se aplica? ¿Puede ser democrático un
sistema sin estado de derecho?
Entrando en los
detalles, usted afirma que una de sus razones para elogiar al sistema
democrático que hay en Venezuela es que “Venezuela
ha conseguido elevar la participación electoral… censar a las personas que
antes no existían y que ahora pueden votar”. Esa elevada participación que
ustedes exaltan se da principalmente en la elección directa del presidente de
la república, pero no en elecciones de otro tipo, como las legislativas, las
estadales o las municipales. Y ese incremento no es solamente un mérito atribuible
al Poder Electoral, que lo tiene, sino también una secuela de la nacionalización masiva y bajo control
exclusivo del gobierno, de extranjeros que adquieren derecho de voto; y del perverso
“clientelismo” originado por las
misiones sociales del gobierno, cuyos beneficiarios son trasladados y forzados a
votar (por el gobierno), como requisito para acceder a viviendas de protección
oficial y a otros beneficios sociales (aunque el discurso oficial diga que pertenecen
al pueblo por derecho).
Y para no extenderme
aún más, prefiero no entrar en detalles de cómo los funcionarios y el dinero público,
los impuestos de los ciudadanos, son utilizados sin control para financiar
misiones sociales con fines electorales, y costear las campañas electorales de
los candidatos socialistas, tal como lo reconoció y denunció públicamente el recientemente
destituido ministro de planificación, ahora perseguido por causa de sus
denuncias.
Otra razón de usted (y
presuntamente de Pablo Iglesias) para elogiar al sistema democrático que hay en
Venezuela, es que “los cargos en
Venezuela son revocables… Que se puede revocar al presidente, y que el pueblo
puede elegir que deje de ser presidente”. Permítanme aclararles, y así lo demostré
en mi libro sobre el
tema, que Venezuela no es el pionero ni el único país donde
puede revocarse el mandato de un jefe de estado. Esto mismo puede hacerse en al
menos dos países europeos de régimen parlamentario: Austria e Islandia.
Es pertinente
aclararle, también, que si bien la Constitución de Venezuela permite revocar
los mandatos de cualquier funcionario de elección popular, no es menos cierto
que la única vez que se intentó el referéndum revocatorio contra el jefe de
estado, el gobierno bolivariano impuso
todo tipo de trabas y obstáculos para retrasar su convocatoria hasta que
tuviera la certeza de poder ganarlo, y al final, los ciudadanos que firmaron la
solicitud del referéndum quedaron identificados y “fichados” en una lista ignominiosa (la “Lista Tascón”), que fue utilizada por el gobierno para discriminar
y destituir arbitrariamente a funcionarios públicos, y para discriminar a una
multitud de ciudadanos en el acceso a cargos públicos y a diversos servicios
públicos. Para documentarse sobre este asunto, sin falsa modestia la invito a
leer mi libro, uno de cuyos
ejemplares le fue obsequiado al profesor del CEPS que conocí en Venezuela.
Como catedrático que
soy de Derecho Constitucional, podría exponerle las múltiples bondades que tiene
la Constitución de Venezuela. Claro que las tiene. Y defectos también. Pero,
para no extenderme innecesariamente, le contaré solamente que la Constitución y
(en teoría) el sistema democrático de Venezuela, garantizan de manera muy
amplia y generosa la libertad de información y de expresión; sin embargo, si usted viviera en Venezuela, no hubiera
podido conducir o participar en un programa como “El Intermedio”, ni hubiera
podido ser premiada por ello (como sí lo fue en España), porque en Venezuela,
la emisora de TV que transmitiera ese programa, hubiera sido multada y acosada
de mil formas por el gobierno, o hubiera sido presionada por el gobierno para
retirar ese programa, o hubiera sido presionada por el gobierno para que la
despidieran, y todo ello, sin que la emisora o usted pudieran obtener alguna
tutela judicial, pues los tribunales Supremo y Constitucional ni siquiera le
darían trámite a su recurso.
III
Un día después de su
bronca con Bertín Osborne, he leído que para documentarse sobre Venezuela, usted
recomienda leer el libro “Comprender
Venezuela, pensar la democracia”.
Pues lo leí, y resulta
que sus autores, quienes dicen ser izquierdistas y simpatizantes de la
Revolución Bolivariana, intentan algo que me parece loable: aspiran defender la
compatibilidad de las aspiraciones emancipatorias de la izquierda
revolucionaria con el estado de derecho y sus instituciones asociadas (separación
de poderes, libertades individuales, sometimiento del gobierno al imperio del
Derecho, etc.). Sin embargo, estos autores desconocen (u “olvidan”) que el 5/12/2009, 10 días antes de celebrarse el 10°
aniversario de la Constitución, la entonces presidenta del Tribunal Supremo de
Justicia y de su Sala Constitucional, en una entrevista concedida a la emisora
gubernamental de televisión, propuso reformar la Constitución por considerar
que “hay algunos aspectos que se
contradicen en lo que es el régimen”, uno de ellos, el nombrado principio
de separación de poderes. “No podemos seguir pensando en una división
de poderes porque eso es un principio que debilita al Estado”.
Dos días después, en
un acto público celebrado en la sede del Tribunal Supremo, la magistrada amplió
su propuesta e invitó al entonces jefe de estado (y de gobierno), Hugo Chávez,
presente en el acto, “a traspasar esa
barrera que deriva de una odiosa
división de Poderes”, la cual, a juicio de la magistrada,
“impidió que el
Estado se erigiese como uno; con la fortaleza para desarrollar el interés
colectivo por encima de los privilegios individualistas de todo orden, germen
tal vez de un liberalismo que impregnó no solo el ámbito del desarrollo
constitucional liberal burgués, sino que permeó la ciencia del Derecho de
conceptos, teorías e instituciones, que nuestro
nuevo constitucionalismo echa por tierra,… Es eso lo que nos mueve a
reunirnos para aceptar el reto de una construcción jurídica más humana y
liberadora… Hoy en cambio hemos venido implementando un Sistema que apuesta
por la intensa coordinación, interrelación y colaboración entre los Poderes
Públicos.”
¿Cómo le parecería a
usted y a los que de buena fe creen que las aspiraciones emancipatorias de la
izquierda revolucionaria son compatibles con la separación de poderes y otros
principios asociados al estado de derecho, que el presidente del Tribunal
Constitucional de España le pidiera al Rey y al Presidente del Gobierno, renunciar
a los límites odiosos de la división de Poderes y erigir al Estado como uno
solo, con la fuerza para hacer prevalecer el interés colectivo de la Nación Española
por encima de los intereses individuales y de las autonomías, e impulsar un
nuevo constitucionalismo que apueste por una intensa coordinación,
interrelación y colaboración entre los Poderes Públicos para lograr los fines
de la Nación Española? ¿No le suena eso a franquismo? ¡Ah! Por cierto, en ese
acto estuvieron presentes los catedráticos Roberto Viciano Pastor y Rubén
Martínez Dalmau, ambos del CEPS, quienes podrían confirmarle lo que aquí le ha
contado.
IV
Por último, licenciada
Montañez, le recomiendo que para comprender lo que pasa en Venezuela, no lea solamente
un libro. Así como para comprender lo que pasa en España, no es suficiente con
leer “¡Que no nos representan!” (Pablo
Iglesias y Juan Carlos Monedero). Es bueno leer opiniones divergentes y
contrastarlas.
Que algunas de las críticas de Iglesias y
Monedero al sistema electoral (y político) español sean razonables, y merezcan
ser consideradas, no quiere decir que España carezca de libertades y
democracia, que la llamada Transición fue una farsa y mucho menos que haya de echarse
por tierra aquello bueno que se alcanzó, y que tanto costó alcanzar.
En 1998, la mayoría de
los venezolanos cometimos el error de confiar en el discurso populista de un líder
aún más carismático que Pablo Iglesias. Aquel líder carismático también negó ser
amigo del régimen cubano, también negó ser socialista o comunista, también
prometió arrasar con el “estado de
partidos” y sus “cúpulas podridas”
(o “castas”, como las llama Pablo
Iglesias), y también prometió restituirle la soberanía al pueblo.
16 años después, ese líder
carismático terminó imponiendo una revolución socialista que predica la idea religiosa
del “hombre nuevo” que nacerá en la nueva
sociedad socialista; que demolió el estado de derecho y provocó el exilio de
decenas de juristas; que ha oprimido las libertades individuales con el
pretexto de que debe prevalecer el interés colectivo de la Nación; y que predica la superioridad y "hegemonía
política, moral y cultural” de sus ideas, al amparo de la cual interviene hasta en la vida privada de los venezolanos y les exige disciplina y lealtad militante, estimulada con
dosis intragables de propaganda oficial y de culto a la personalidad. ¿Le
recuerda esto al franquismo?
Disculpe usted. Tal
vez por ello, quienes vivimos en Venezuela hemos aprendido a desconfiar de los
discursos bonitos y grandilocuentes de líderes carismáticos.
P.D.: En la víspera de publicar este artículo, me entero de que para
poder respirar aire puro en el principal aeropuerto de Venezuela, hay que pagar
un impuesto al gobierno socialista. “Así
te despide el chavismo: Cobrándote el último respiro en el territorio de lo que
fue tu país" (I. Puyosa).
Un cordial saludo.
2 comentarios:
Tremendo "Golazo" hermanazo !!!, Saludos Cordiales ....
Te preguntaría si eres partidario de alguna fuerza política, pero creo que puedo ahorrarme la pregunta.
No se que tipo de informacion te ha llegado a Venezuela, pero bueno, imagino que la que interesa a esta "libertad de expresión" que vivimos en España, la que interesa a los medios.
Pablo Iglesias en ningun momento ensalzó el gobierno de Venezuela, simplemente contestó a una pregunta con una respuesta que incluia a Venezuela y en la misma también incluía a Finlandia. Nuestros medios, esos que gozan de libertad de expresión en la teoría (en esto estamos de acuerdo, seguro) pero no en la practica (ya que responden a intereses) se encargaron de poner VENEZUELA al lado del nombre de Pablo Iglesias, y a manipular lo que fueron unas simples palabra en "UN TEMOR".
Dices que en España existe división de poderes... ya! Que esté imputada la Cristina de Borbón no se debe inicialmente a la justicia española, aunque sí la imputación se hizo gracias a un escelente trabajo del Juez Castro... pero digame usted Sr Catedrático Antela: Cuántos años se ha tardado en procesar al señor Urdangarín (yerdo del anterior rei) y a la Cristina (hija del anterior rei)?? y contesteme a otra cosa, por favor: Que es lo que ocurre ahora que el Juez castro ha imputado a la Cristina (después de contestar a todas las preguntas con: No se. No lo recuerdo. No lo sabia. Yo no entiendo.... )??? Que ocurre? que el Fiscal dice que es el Juez Castro el que a toda costa quiere imputar a la hermana del rei! A eso se llama división de poderes, no?
Aqui dos ejemplos de situaciones que se pueden alabar de nuestro "pueblo" pero que no se cumplen. Pues lo mismo, Pablo Iglesias solo dijo que el sistema de Venezuela tenia X que le gustaba y que Finlandia tenía Y. ..... Para todo lo demás LIBERTAD DE EXPRESION=MANIPULACION POR INTERES!
TANIA MP
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