“Mientras
unos van a trabajar y otros a buscar trabajo, mientras unos van a la mina y
otros al banco, quien se queda de guardia es el periodista para vigilar qué tal
se porta el poder…” Iñaki Gabilondo.
2011
Ayer
se reunieron por primera vez los nuevos accionistas del canal Globovisión con
el gobierno del Presidente proclamado por el Consejo Nacional Electoral,
Nicolás Maduro. Poco después, el presidente del canal y el Vicepresidente
Ejecutivo de la República ofrecieron unas declaraciones que inmediatamente originaron
muchos cuestionamientos en las redes sociales.
I
Muchos
venezolanos temen –y otros incluso lo aseguran– que a pesar de que los trabajadores
de Globovisión siguen casi todos en sus puestos de trabajo, los nuevos
accionistas modificarán la línea editorial independiente que ha caracterizado a
ese canal desde su fundación, y que se plegarán a una línea editorial
complaciente con el gobierno.
Las
preocupaciones de estos venezolanos son comprensibles, pero no necesariamente
justificadas. Enjuiciar a la “nueva” Globovisión por una corta reunión –que era
necesaria– o por unas breves declaraciones –tal vez equívocas– es prematuro y –al
menos por ahora– injusto, no sólo para sus accionistas sino principalmente para
quienes han sido la sangre de Globovisión: sus trabajadores.
En
el año 2001, el presidente Hugo Chávez declaró a Globovisión “enemigo”
de la Revolución Bolivariana, y desde entonces, el gobierno emprendió en su contra
una campaña sistemática de odio, contra la cual hubieran podido defenderse si
en Venezuela hubiera Estado de Derecho y se contara con un poder judicial
independiente del gobierno. Como no es así, se vieron forzados a sufrir la impunidad
que padecemos todos los venezolanos y a buscar justicia en el único
lugar donde la pudieron encontrar: el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos. Allí se les otorgaron diversas medidas de protección, ninguna de las
cuales fue respetada por el Gobierno.
A
pesar de este ambiente de hostilidad y arbitrariedad –mucho más intenso del que
la mayoría de los venezolanos han debido soportar– los trabajadores de
Globovisión resistieron sin cesar en defensa del derecho a buscar, recibir y
difundir información, con libertad y sin censura. Nunca, ni siquiera cuando más
se les intentó acorralar, abandonaron la defensa de sus derechos, valores y
principios. ¿Qué
le hace pensar a muchos venezolanos, que supuestas intenciones
malignas encontrarán terreno fértil en esta Globovisión
que hemos conocido?
II
Las
elecciones celebradas el pasado 14 de abril confirmaron el crecimiento irreversible
de la alternativa electoral que reiteradamente ha prometido romper este ya
insoportable clima de elevada conflictividad que hemos vivido los venezolanos.
En la Venezuela que emergió de esas elecciones, los actores políticos y
sociales –incluso los medios de comunicación– tienen la obligación de contribuir
a reducir ese clima de antagonismo.
Esto
no implica suprimir las diferencias, todo lo contrario. Frente a un gobierno
cuyo programa de gobierno promete consolidar la hegemonía
plena
de la Revolución –incluso su hegemonía moral– no queda otra alternativa que
oponerse y resistir por todos los medios constitucionales. Pero la escasa democracia
que tenemos en Venezuela subsistirá sólo si los diversos actores políticos y
sociales reconocemos que no debemos “hacernos papilla” ni hacernos
recíprocamente la vida imposible. El respeto mutuo, sin renunciar a nuestros
principios y valores, es la clave para restablecer la normalidad institucional
y la paz que esperamos todos los venezolanos de buena voluntad, de cualquier
simpatía política.
La
reunión de ayer entre el gobierno y Globovisión obedece –así lo veo yo– al
deseo que aparentemente tienen ambas partes de contribuir a reducir el clima de
hostilidad, o al menos a mantenerlo dentro de límites razonables en una sociedad
democrática, en la cual el antagonismo entre poder y libertad de expresión es
natural. Otras “lecturas” de la reunión son posibles; yo
prefiero esta, aún a riesgo de equivocarme.
III
En
su libro “El fin de una época: Sobre el
oficio de contar las cosas” (Barcelona: Paidós. 2011), el prestigioso
periodista vasco Iñaki Gabilondo advierte sobre los peligros que enfrenta hoy
el periodismo (y no sólo en Globovisión, ni sólo en España o en Venezuela): la
tecnología, la lógica de la rentabilidad y las estrategias
de la empresa.
Frente a los cuales, la principal arma de defensa de un
periodista deben ser sus principios éticos; “el último
lugar en que el periodismo podrá conservarse será allí donde se sitúe su
principio ético”. Así lo explica Gabilondo:
“A lo largo de 50
años en este oficio, he aprendido que las cosas cambian muchísimo, a pesar de
caer a menudo en el clásico error de perspectiva: uno siempre cree que el
tiempo en el que vive es el momento cenital en la historia de la humanidad;… [E]xiste
un elemento fundamental que permanece inalterable a la hora de abordar el
trabajo: el hecho de que alguien cuenta. No merece la pena distraerse con los
elementos que seguro cambiarán: la tecnología, la lógica económica o las
estrategias de empresa que se fabrican y se construyen. El
periodista, por el contrario, tiene que defenderse a través de sus principios
éticos. Lo que de verdad protege a un periodista no es la comodidad con que se
acurruque en los faldones de la empresa, sino su capacidad para lograr que el
periodismo se convierta en una profesión que tenga un encaje en la realidad
social; un encaje que permanezca a salvo de cualesquiera modificaciones
empresariales que se puedan producir. Valoremos un
símil: un cirujano se lava las manos antes de operar. Si trabaja en un hospital
privado, se lava las manos antes de operar y si trabaja en un hospital público
también. Si el hospital está en una situación de pérdidas, también. Si el
hospital se asocia con veinte multinacionales de la cirugía, también. Y si
trabaja en un centro pequeño, el cirujano también se lava las manos antes de
operar. El cirujano ha institucionalizado el principio de lavarse las manos
antes de operar como una realidad que le protege de cualquier vaivén que se
produzca en el mundo. Nadie logrará nunca que un cirujano no se lave las manos
antes de operar. Lo que le protegerá profesionalmente será siempre esa
condición. Un cirujano ejerce su profesión de acuerdo con unos parámetros que
ha convertido en leyes y que no permite que la sociedad cuestione. No importa
lo que le ocurra al hospital, él sabrá siempre que su trabajo se desarrolla de
ese modo. Y sin embargo el periodismo español no ha rescatado ninguna línea
defensiva… El periodismo nunca ha logrado decir: ‘Perdone, pero sepan que este
tipo de actividad nosotros la desarrollamos de esta manera tanto si nos compra
Disney como si pertenece a la Iglesia como si pertenece a Polanco; tanto si es
del Frente de Juventudes como del Comunismo Internacional’…
El
periodismo sólo estará a salvo mientras exista un reducto ético reconocido por
la sociedad, al margen de los condicionantes del lugar que ocupemos,
sea éste una emisora de la Generalitat [parlamento], un canal privado o una
cadena de la iglesia. La condición del espacio en el que trabajamos
puede convertirse, ciertamente, en un elemento que adjetive nuestra acción,
pero jamás la puede sustantivar. El sustantivo
de nuestra acción debe ser común a todos… Ese sustantivo es el que determina
cómo se comporta un periodista. No
importa el medio en el que ejerza, debe existir un compromiso con la gente,
unas obligaciones que cumplir en el ejercicio de este oficio.
Uno puede ser periodista de izquierdas, pero periodista. Periodista del Opus
[Dei], pero periodista. Incluso periodista masón, pero periodista al cabo.
Porque nuestra condición de periodista nos parapeta en ese determinado tipo de
cuadro…”
Globovisión
no es una casa, unos carros, unos equipos o unas acciones mercantiles. Es –como
lo dijo un periodista del canal– un “espíritu de cuerpo” que durante los
últimos 18 años, con todo y los tropiezos, con sus aciertos y sus errores, ha
sido siempre la referencia informativa de Venezuela. Y mientras ese espíritu de
cuerpo prevalezca, podrá seguirlo siendo.
3 comentarios:
TIENE RAZON,TODOS LOS VENEZOLANOS ESTAMOS MUY PREOCUPADOS POR GLOBOVISION Q ES LA UNICA VENTAN Q TENEMOS PARA ENTERARNOS DE LA REALIDAD DEL PAIS.COMO NO ESTARLO SI VEMOS Q HAN SACADO DEL AIRE.''AUNQUE UD NO LO CREA Y UD LO VIO'LAS NOTICIAS YA NO LAS CUBREN OPORTUNAMENTE,ALO VZLA NO LO PASARON EL DOMINGO,HAY PERIODISTAS NUEVOS,ETC.X ESO CREEMOS Q VAN A CAMBIAR LA LINEA EDITORIAL.Y SI ESO PASA ESTOY SEGURA Q EL PUEBLO SE DECEPCIONA Y NO LA VE MAS.AL SABER Q EL GOBIERNO TIENE ALLI LA MANO METIDA PARA Q NO LO CRITIQUEN,LOS PERIODISTAS SON MUY BUENOS Y QUIEREN INFORMAR,PERO OTRA COSA ES Q SE LO PERMITAN,RECUERDEN EL PUEBLO NO ES PENDEJO.NO NOS ENGANARAN,AMANECERA Y VEREMOS,LOS PROXIMOS MESES SERAN DECISIVOS
Perfectamente de acuerdo Antela, Dios te Bendiga y proteja te conozco y se de tu integridad etica y moral. Todos estamos preocupados por esa planta que la hemos hecho propia por mantenernos informados. Un abrazo. Omaira UNELLEZ.
Mis respetos...válidos cada uno de sus argumentos,así como tan válidos son nuestros prejuicios,y desconfianza ante una nueva junta, por que como dirían por ahí "el picado de culebra teme al bejuco".Esperaremos y Veremos..La Virgen del valle le bendiga
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