lunes, 16 de julio de 2012

Poder y moral: El poder que corrompe

Power tends to corrupt,
and absolute power corrupts absolutely
El poder tiende a corromper,
el poder absoluto corrompe absolutamente

Interesante reflexión relatada por FÁTIMA DOS SANTOS, que le contó Cesar Pelay, sobre lo que Michael Lewis dijo en el discurso de graduación de la Universidad de Princeton este mismo año

Hace tiempo, investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de California crearon un experimento malicioso, para el cual seleccionaron a un grupo de participantes, a los cuales separaron por sexo y con los que luego conformaron grupos de tres. 
A estos voluntarios se les pedía discutir durante media hora sobre algún problema moral que los afectaba como estudiantes (como qué hacer con los copiones o si debía regularse el consumo de alcohol dentro de la Universidad).
Previo al inicio de la discusión, y utilizando simplemente el azar, los investigadores designaron un líder dentro de cada grupo. El líder sabía que él guiaba, y los demás también lo sabían. Y ya. No había ninguna obligación ni derecho adicional para el líder.
A los treinta minutos de discusión, los investigadores (maliciosos, ya saben) entraban al salón con cuatro galletas en un plato. Obviamente, había una galleta para cada uno de los miembros del grupo. ¿Pero para quién era la cuarta galleta? En todos los grupos, fue para el líder. ¿Por qué? Tácitamente los "liderados" aceptaban que así debía ser, y el líder, que también estaba convencido de ello, sencillamente tomaba para sí la galleta de la discordia y la saboreaba como si fuera una prerrogativa declarada.
Muchas interpretaciones interesantes pueden hacerse luego de esto. Por sugerir algunas:
1.  Como los autores mismos dicen, no es el poder absoluto el que corrompe. Las pequeñas y miserables cuotas de poder pueden corromper en igual medida. Todos conocemos algún caso de vigilante de estacionamiento, portero de ministerio, policía, profesor y hasta de ama de casa que se engolosinan en su pequeña parcelita de mando y logran que quien la pise sufra lo suyo. Como señalara ya bellamente Foucault, el poder no es vertical: es una red de hilos cruzados. Todos tenemos cuotas de poder.
2.   Luego tenemos el giro que explica Michael Lewis. ¿Qué mérito tenía el líder de este experimento? Ninguno. Sólo el azar. Pero el poder se legitima a sí mismo y ante los demás con extrema facilidad. El líder elaboró para sí mismo un razonamiento que explicaba su designación ("soy más inteligente", "estoy más comprometido", "soy más humano", "soy el que mejor representa al pueblo" …o lo que sea). Y los liderados, por su parte, supusieron que esta razón existía.
3.   Y yo me pregunto: ¿qué hubiese pasado si alguno de los liderados cuestiona el poder del líder, y le pregunta a él o a los investigadores el porqué de la designación? Uno no puede dejar de impresionarse de que los humanos acepten tan rápidamente la desigualdad y la pérdida de poder. Pero también es interesante lo frágiles que son estas situaciones, y lo rápidamente que pueden cambiar. 
En este experimento, un simple golpe de suerte ungió al líder. Luego él se comportó como conductor e hizo que los demás lo reconocieran, hasta reservarse derechos que no tenía. Pero la diferencia entre un gran liderazgo y uno mediocre es cómo se enfrentan los retos morales que impone el poder. Porque el poder no corrompe: desenmascara.

Fuente del artículo: El Mundo Economía y Negocios. 11/07/2012. Pág. 11 (Caracas, Venezuela). Disponible en: http://www.elmundo.com.ve/firmas/fatima-dos-santos/poder-y-moral.aspx
Discurso de Michael Lewis sobre qué hacer con la cuarta galleta. Disponible en: http://www.princeton.edu/main/news/archive/S33/87/54K53/
Si quiere saber más sobre, ¿Por qué el poder corrompe? Acceda a:
http://www.muyinteresante.es/ipor-que-el-poder-corrompe